Acaba de ser lançado pela Companhia das Letras "
A Máscara da África" de V.S. Naipaul. Semana passada, Walter Oppenheimer realizou a seguinte entrevista com o recluso autor, a conta do lançamento do livro na Espanha, para o El País:
Vidiadhar Surajprasad Naipaul, más conocido como V. S. Naipaul, o Sir Vidia, no está de buen humor en esta soleada mañana de lunes. En realidad, al decir de la documentación consultada para preparar esta entrevista, Sir Vidia casi nunca está de buen humor. Esta mañana, desde luego, no. Está sentado, bastón en mano, en un sillón más bien angosto para su notable humanidad en una luminosa y acogedora sala de estar de su cottage en Wiltshire.
No es fácil llegar hasta allí. Una hora y media en tren de Londres a Salisbury y veinte minutos en taxi hasta Salterton. Los veinte minutos se transforman en media hora larga: ni el taxista ni el satélite parecen saber dónde está el cottage. ¿Será este de aquí? No, no parece. Un coche bloquea la carretera, no hay ni siquiera un rótulo con el láctico nombre del lugar, la casa parece cerrada. Llamada a Londres, aclaraciones, segundo intento: sí, era ahí.
Y ahí está Sir Vidia (Trinidad, 1932), premio Nobel de Literatura en 2001, elevado por algunos al altar de mejor escritor británico vivo. Quizás lo fue. Pero leyendo La máscara de África. Un viaje por las creencias africanas (Mondadori), nadie diría que lo sigue siendo. Los que saben de África no parecen muy impresionados. Y los que no sabemos, tampoco. Naipaul nos cuenta que África es sucia, sus ciudades superpobladas, que la religión nativa es buena pero es mala pero es buena, que en cuanto te descuidas los chamanes y los taxistas te van a cobrar más de lo debido...
No está claro si Sir Vidia está molesto por los 10 minutos de retraso o por la presencia al parecer inesperada de la fotógrafa. O quizás le dure el disgusto por las malas críticas que el libro recibió cuando apareció en Inglaterra el año pasado. "Es insensible, aburrido, nada esclarecedor y mal escrito", escribió Emily Witt en The Observer. "Tóxico, poco investigado, sin verificar", opinó en The Sunday Times Robert Harris, a quien algunos pasajes le recuerdan al político fascista Oswald Mosley "cuando se presentó a las elecciones en Notting Hill en 1959 acusando a los hombres negros de África de comer carne de perro y mantener a las mujeres encerradas en los sótanos".
Quizás Sir Vidia está de mal humor porque no le apetece ver a un periodista precisamente ahora, cuando unas declaraciones suyas declarándose superior a las mujeres escritoras han despertado los viejos fantasmas sobre su carácter, descrito con inusitada crudeza por Patrick French en 2008 en una biografía autorizada que retrata a un hombre egocéntrico, vanidoso, inseguro, extraordinariamente cruel con su primera mujer, Pat, fallecida de cáncer en 1996.
O quizás no le apetece perder el tiempo con un interlocutor al que adivina inculto y sin nivel para analizar su literatura. Él, hijo de periodista mediocre, parece aborrecer la profesión. Y, sin embargo, sus libros de viaje tienen mucho de periodísticos: ir, preguntar, generalizar...
La entrevista va mal. Desde el primer instante. No hay química. La mirada de Sir Vidia destila cada vez más impaciencia, más desprecio. Sus respuestas secas, cortas, sin ninguna complicidad, desarman al periodista. La provocación de hurgar en su pasado personal agota la escasa paciencia del autor. Sir Vidia no grita: pero corta el aire con el desdén de sus gestos, su lengua de acero, su inglés inmaculado. Al final se niega a moverse del sillón para la sesión de fotos con Ione Saizar. ¿Problemas de movilidad de un hombre de casi ochenta años o rabieta de artista endiosado? Al día siguiente, la venganza: no autoriza la publicación de las fotos. Está acostumbrado a quedarse con la última palabra.
PREGUNTA. O sea, que usted es la persona de la que todo el mundo tiene miedo.
(...)
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por Leandro OLiveira